lunes, 15 de febrero de 2010

MÁS ANIMALES QUE YO

No voy a ser yo quien juzgue universalmente.

En parte porque el universo no piensa igual que yo y principalmente porque no hago parte de lo colectivo.

Me limito a mi percepción y a mis restringidas interpretaciones.

No tengo eficacia, la integridad es puntual.

No tengo nada que decir, lo poco que he dicho asimismo ya ha perdido su enjundia.

He llegado a ser seductor, he sugerido atracción de alguna condición.

Hoy no se hacer nada, o peor, lo que hago me produce sensaciones malsanas, mas no gozo.

Empero, mi insolencia va a arrojar un veredicto sobre lo que veo.
Referente a lo que creo que ven los demás.

Ven en la formalidad una solemne sinceridad. Ahí es donde yo veo una completa escasez de seriedad. Miseria de espíritu.

Hacen uso de unos protocolos que aparentan ser lo mas jugoso de sus personas.

Me asombra que lo sabroso esté en el exterior, sobretodo porque me incomoda la acusadora inspección superficial a la que me someten esas estériles almas.

No es finura, es desprecio hacia lo que somos. Les hace animales grotescos. Falsos.

No lo confundo con timidez, prudencia o sutileza. Eso es inconfundible.

Es posible que sea parte de una cultura, eso es lo mas lacerante, que la cultura sí es universal y si te circunscribes a una minima parte de ella, yo te califico de ignorante.

No voy a comer con las manos, porque me ensucio, pero seguiré olfateando mi comida antes de engullirla.

miércoles, 10 de febrero de 2010

LA AMARGURA

La Huella de la endeblez.

El Agravante de la desconfianza.

La Penuria del misterio humano.

La Incentivadora de la zafiedad.

La Promotora de la animadversión.

La Devaluadora de las virtudes.

La Fuente de la fealdad.

El Presagio de la enemistad.

La Resignación de la bondad.

El Abandono de la querencia.

La Hacedora de la avaricia.

domingo, 7 de febrero de 2010

VÉRTIGO

Siempre estaba a punto de hacerlo. Quería sentir dolor. Pero tenía miedo. No recordaba el dolor físico. No me acordaba de ese mal tangible, feo, real y lacrado. Lo añoraba. Añoraba el dolor. Y quería algo nuevo. Nada preparado ni conocido. No buscaba una cruda pelea a puño limpio y a cara descubierta. Siempre pensaba en abrir la puerta del coche y arrojarme en marcha. O dejarme caer desde el balcón del sexto piso. Quería darle a mis ojos impresiones limítrofes entre la alteración y la demencia. Llagar mi cuerpo de por vida. Asistir a un enfrentamiento entre la reacciones que se suponen y las que soy capaz de materializar. Quería cambiar mi realidad completamente, conocer otra parte de la vida. Perder la comodidad. Sufrir de verdad.

Se hace manifiesto que mi equilibrio mental es suficiente como para alejarme de las alturas. Es evidente que detento el mando de mi cerebelo como para bloquear las puertas de los coches y mantenerme abstraido. Me tendré que resignar a recibir una manta de palos si tanto añoro el dolor. Me complace mi cordura.

Cada día tengo más vértigo.

viernes, 5 de febrero de 2010

VOCES

Las voces chirrían, pretenden ser dulces y gratas, pero suenan histéricas y desafinadas.
Son voces que quieren ser participes de un ambiente acogedor, pero desatinan en la quietud de la atmosfera.
El filtro de la sensatez no intercede entre sus cerebros y las marchitas cuerdas vocales.
Son voces afiladas, incontrolables aullidos soeces. El lenguaje utilizado no siempre es tan insultante como los gruñidos arrabaleros que gargajean, pero padecen de una modulación ordinaria y despiadada para mis oídos.
Es ruido, es una estridencia chabacana, voces que deberían estar cautivas. No existen pausas, no hay tregua, a los presentes nos desprecian. Son alaridos de cloaca, carcajadas de hiena, quejidos de marrano desangrado.
El interés que reclaman se convierte en una petición de auxilio, ni compasión reciben.
Solo pido que no me agredan, silencio a mi paso, por favor.