jueves, 9 de septiembre de 2010

MOLESKINE


Era tanta su vanidad, era tanto su poderío, era tanto el aire que respiraba, que al inhalarlo los calzoncillos le apretaban las pelotas.

Su autoestima nunca tuvo levadura, nunca creció.

Primero se es un buen bebedor, después se es algo.

Porque el orgullo de tenerla a su lado solo se asemeja al orgullo que siente la luna cuando está llena.

La cama es como la sangre, si no está caliente es un problema.

Brindar sin alcohol es como saludar con la mirada.

Las cosas no son tan díficiles como nos hacen creer. El grado de interés que les profesemos y la pereza congénita que arrastremos es lo que las complica.

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