jueves, 28 de octubre de 2010

MOLESKINE I


- Dios nos estaba buscando: nos quería penar por atesorar todo lo precioso que él había creado y por no repartirlo con el mundo... Nos quería condenar por ocultárselo a los demás y hacer de lo universal nuestro solo imperio, pero tan íntima e inédita era nuestra existencia que Dios no nos encontró, no encontró nuestro secreto: el amor verdadero.

- Tan poco tengo, tan pocas son las cosas que quiero, tan poco soy, que incapaz sería de gobernar más posesiones.


- Hoy las cosas no emergen espontáneas, no muestran ni un poco de lucidez y naturalidad. Vuelvo a retar al destino. ¿Qué puedo hacer si la ceniza de mis cigarros la escupe el cenicero ofuscando mis ojos?, ¿y si mi cerebro enjuga su sangre hasta convertirse en una pasa? , y ¿qué hago si mis músculos se rinden ante la prepotencia de este ego abúlico?

- Ellos son pusilánimes y nazarenos, así es su sociedad. Él, ahora, hace parte de esa sociedad, pero nada le importa. No le afectan sus principios. Igual que un hogar dentro de un gran edificio de ladrillo no sufre bajo una tempestad, por muy colérica que ésta sea, su espíritu está protegido de esa infamia moralista, en el interior de su cuerpo valiente e impertérrito.

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