lunes, 28 de marzo de 2011

MENESTEROSO

¿Habría la Necesidad que tener una presencia tan resuelta?
La Necesidad de vivir en aveniencia entre uno mismo y los enigmas de su alma, es vital.
La Necesidad como apuro y penuria ha de existir con la disposición de enseñarnos lo que el alma calla. Tener el alma escondida es algo muy conocido, y en la generalidad de los casos sobreviene cuando el cuerpo y la mente obran abstraidos por un desconcierto ventajista. La importancia de ocuparse de la aparición de exigüidades penosas, mora en la virtualidad de poder silenciar los comportamientos que, normalmente en casos de Necesidad, suenan a anarquía y aturdimiento. Y, aunque no puedo aseverarlo, la Necesidad ansía ser un segundo corazón y una segunda alma totalmente sanos e inconquistables que persiguen elevar al hombre al límite de unas dimensiones humanas que sólo Dios conoce. Cuando la Necesidad no ahogó al ser humano en una charca de decepción y azoramiento, él será un legado del cielo de lo más venerable. El cielo entonces le invitará a comprender la enormidad que abarca un sólo hombre denodado y benevolente que extinguió la Necesidad.

Una mejilla bañada por lágrimas que ocasionó la Necesidad, será siempre más limpia y tendrá más suavidad que cualquier mejilla revestida por exceso de atenciones.

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