miércoles, 28 de octubre de 2009

GASES

Ricardo se dirigía a una entrevista de trabajo. Últimamente estaba muy jodido de dinero y su mujer estaba igual. Pasaban por una temporada peliaguda. Necesitaba ese trabajo. Necesitaban esta oportunidad. Pero Ricardo se ponía nervioso con facilidad. Ricardo no sudaba cuando estaba nervioso, a Ricardo no se le entrecortaban las palabras ni tampoco temblaba. Ricardo cuando estaba nervioso se llenaba de gases, su cuerpo entero se abarrotaba de gases. El trabajo que intentaba conseguir era el de profesor suplente de Música. Ricardo había estudiado solfeo desde pequeño y en la universidad cursó magisterio de educación infantil. Ricardo componía canciones con ritmos africanos y tenia maquetas que nunca vieron la luz. Siempre quiso ser músico, pero la música africana compuesta por un español no vendía. Tambien le gustaban la guitarra clásica y el folclore. Ricardo aparcó su destartalado opel azul y salió mucho más rechoncho de lo que es. El gas estaba dentro de su cuerpo y lo inflaba como a un dirigible. Ricardo tuvo que sacarse la corbata y desbotonarse el boton del cuello de la camisa blanca. Entró por el patio del colegio. Los niños estaban en su hora de recreo y casi todos se encontraban en el desgastado campito de futbol. Cuando entró a la oficina le entraron deseos de tirarse un pedo, pero ya era demasiado tarde. Ricardo se sentó delante del director del colegio público que estaba en la calle Santa Catalina. Estaba sufriendo el ataque de gases mas violento de su vida. Gutierrez, el director, le preguntó si estaba bien. Ricardo le dijo que sí, y que por favor siguiesen con la entrevista. Pero Gutierrez estaba observando como el cuerpo de Ricardo crecía. El aire que respiraba Ricardo no iba a sus pulmones, un poco se dispersaba por debajo de la piel y la mayoría hinchaba su estómago. Hacía un gran esfuerzo por respirar y un esfuerzo mayor por no tirarse un pedo. La abotonadura del pantalón de Ricardo reventó. El director no podía creer lo que veía. La cara de Ricardo estaba, como todo su cuerpo, falta de oxigeno y había tomado un color violáceo. Gutierrez se levantó de su asiento y le ofreció un vaso de agua a Ricardo. Ricardo agarró el vaso e intento beber. No pudo, se derramó el agua sobre la ensanchada camisa blanca. El director no supo que hacer, se quedó inmovil, fue incapaz de articular palabra, fue incapaz de buscar ayuda, fue incapaz de acercarse a Ricardo. Ricardo estaba absolutamente falto de oxígeno, al borde de la muerte, pero no quería pasar la vergüenza de tirarse un pedo allí. Estaba muriendose, no mandaba oxigeno a sus pulmones, el oxigeno se convertía en un fardo de gas que su estomago cargaba. Ese gas debía salir. Finalmente Ricardo se tiró un estruendoso pedo de elefante. La silla se desbarató. El pedo le catapultó hacia el escritorio del director y fue a dar con la cabeza en el globo terraquéo que alli reposaba. Empezó a respirar de nuevo, pero se había abierto la cabeza contra el continente africano. Ricardo murió por el embarazo de tirarse un pedo frente a un desconocido. A Ricardo lo mataron Africa y su música.

2 comentarios:

  1. jajajajajaja...aún me estoy despollando

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  2. Me ha recordado al común episodio de las citas gaseosas.
    Cuando por fin has conseguido llevarte a la chica que te gusta a tu casa y empiezas a morrearte con ella en la cama,empiezan a entrarte unas horribles ganas de tirarte pedos, siempre a consecuencia de los nervios que te invaden.Al aguantarte,suben a tu estómago como serpientes dandote por culo y no te queda mas remedio que ir al baño..
    Una vez alli debes bajarte los pantalones,colocar el culo en pompa y abrir bien tu ojival para que salgan sin rozar tus cachetes, evitando asi el atronador ruido.
    Lo malo esque siempre vuelves a la cama con la sensación de no haber terminado...

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