domingo, 2 de mayo de 2010

LA RESPUESTA

El sillón de cuero me envuelve y me camufla. Ahí sentado oculto mis sentimientos. Lo poco que queda expuesto lo cubre mi inherente barba. Chimenez y yo estamos superpuestos, desordenados. Os desconcertamos. Mientras tanto todos cumplís con vuestros quehaceres, como de costumbre. Yo, como de costumbre, no hago nada. Tan sólo me dispongo a aclarar el por qué de esta situación y de las episódicas captaciones afeadas que tengo de vosotros.

Os veo y es de noche en un pasillo con dos ventanales, uno en cada flanco. La noche no es tan noche por culpa de una tormenta eléctrica asombrosamente destellante. Ahí estoy. Confinado entre esa luz cegadora y esas frágiles vidrieras, dentro de un estallido incandescente . Pasmado en un desfiladero de debilidad e histeria.

Entonces te acercas. Y yo busco el sendero que me trajo hasta aquí. Hago un esfuerzo por recordar todo, en ese momento se difumina la esencia de lo vivido. ¿Quiénes somos?. Tú te acercas un poco más. El intervalo de confusión en el que se condensó nuestro recuerdo y en el que todo se tornó enigmático, se extingue. Ya recuerdo. Hasta hoy, esta ha sido la andanza más prodigiosa en la que he estado presente. Ha sido muy larga y obsequiosa. Ahora, ya estás muy cerca. Estás tan cerca que te respiro. Mi mano te toca la mejilla y se desliza por tu piel tan suavemente como un copo de nieve recién caído. Mi mano parece estar recubierta de una membrana originada por ti, para ti y para que yo te sienta como lo hago.

Te propongo que cierres los ojos y que te dejes besar los párpados, para que con el rocío de mis labios veas nuestro arcoiris, de principio a fin…ese que empieza en ti y acaba en mi.

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